Desaparecida. No. No estoy desaparecida. Sólo me he visto inmersa en el mundo como nunca lo vi. Se me había olvidado el sonido de la gitarra, el viento soplar en mi cara, las risas y carcajadas, mis pies descalzos en la grama y simplemente sonreir al sol primaveral. Ya había olvidado lo sabroso que es contemplar y regalarle una sonrisa a lo contemplado. Eso he hecho estos ultimos días de Agosto, donde el invierno le dio en paso a la primavera y al sol para calentar al corazón sureño. Dentro de muy poco escribiré más, esta vez sobre algunos personajes que hacen su vida en Curitiba, que más que ordinarios (pues así lo parecen) son extraordinarios (de una forma bien personal y peculiar)...
Beijos e Abraços!